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Santa Hildegarda nació en 1098 en Bermersheim, cerca de Maguncia, Alemania, última de los diez hijos de un matrimonio de la nobleza local y murió a los 81 años el 17 de Septiembre de 1179, su fiesta, en el monasterio de Eibingen.

Sus padres consideraron que Hildegarda debía ser dedicada al servicio de Dios, como "diezmo". A los 6 años comenzó a tener visiones que siguieron durante el resto de su vida.

“Desde mi infancia, cuando todavía no tenía ni los huesos, ni los nervios, ni las venas robustecidas, hasta ahora que ya tengo más de setenta años, siempre he disfrutado del regalo de la visión en mi alma”.

Cuando la niña contaba ocho años (1106), la entregaron para su formación a Jutta, de la familia de condes de Spannheim, la cual vivía en una pequeña casita adosada al monasterio de los monjes benedictinos fundada por san Disibodo en Disibodenberg. Jutta instruyó a la joven en la recitación del Salterio, y la enseñó a leer y escribir. La reputación de la santidad de Jutta y de su alumna pronto se extendió por la región y otros padres ingresaron a sus hijas en lo que se convertiría en un pequeño convento benedictino agregado al monasterio de Disibodenberg.

Más tarde, a la edad de 15 años, Hildegarda profesó como monja en este lugar. Las visiones continuaron durante toda su vida, aunque Hildegarda solo informó inicialmente de ellas a Jutta, y después al monje Volmar de Disibodenberg, primero preceptor de Hildegarda y luego su secretario y escriba hasta su muerte en 1173. Cuando Jutta murió en 1136, Hildegarda fue elegida abadesa de la comunidad a la edad de treinta y ocho años.  

En el año 1141, Hildegarda comenzó a dictar su obra principal, Scivias, (Scire vías Domini ó vías lucís = Conoce los Caminos), a su secretario el monje Volmar, ya que ella no sabía latín clásico, obra que tardaron diez años en completar (1141-1151). Hildegarda tenía dudas sobre la oportunidad de escribir o no lo que percibía, y recurrió a San Bernardo de Clavaral, fundador de monasterios y uno de los grandes doctores de la Iglesia, con el que en el futuro mantendría una fluida relación epistolar, para que la aconsejara. No solo recibió la aprobación de este santo, sino que cuando el Papa Eugenio III fue a la región con motivo del Sínodo de Tréveris en 1147-1148, el arzobispo de Maguncia a instancias del abad de Disibodenberg presentó al Papa una parte del Scivias con las visiones de Hildegarda. El Papa designó una comisión de teólogos para examinarlos, entre ellos Albero de Couní, obispo de Verdún, y después de recibir el informe favorable de la comisión, dio la aprobación papal a este texto, llegando a leer partes del libro a los prelados reunidos en el Sínodo. El Papa dictaminó: "Sus obras son conformes a la fe y en todo semejantes a los antiguos profetas" y escribió a Hildegarda instándola a continuar la obra y animando y autorizando la publicación de sus obras.

Entre los libros que dictó los hay de teología, de ciencias naturales, de música, de medicina e incluso una obra sobre psicoterapia.

 

“Todas las criaturas, los animales, las plantas… esconden secretos misteriosos de Dios que ningún ser humano, ninguna criatura, conoce a no ser que Dios se los revele”.

 

¿Qué tiene la Medicina de nuestra Santa para ser válida en nuestro mundo actual? Que es respuesta a la necesidad del ser humano de ser curado integralmente respetando su naturaleza de hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza. Sus remedios, más de 2000 en sus escritos, de los que 300 han sido probados largamente en la práctica médica desde la posguerra de la 2ª guerra mundial por la escuela de los Drs Hertzka y Strehlow, no tienen efectos secundarios, son conformes a la dignidad del ser humano y al respeto a la naturaleza y son eficaces.

 

La medicina de Santa Hildegarda ve al hombre como conjunto físico, socio-emocional y espiritual y a la enfermedad como una oportunidad de ser mejor, siempre sometida a la voluntad de Dios. Para la santa la curación es del alma, del cuerpo y de la relación con el Creador, que nos mantiene vivos por amor. La verdadera curación supondrá un estado de salud global superior al momento previo a enfermar. Esto se corresponde con la afirmación de la santa sobre las enfermedades: no son ni castigos ni desgracias, son oportunidades que se nos brindan de orientar nuestra existencia en la dirección correcta. 

Los remedios que la Santa nos aporta son recibidos en visiones. Ella recibió la orden de la “Luz Viva” y de la “Voz” que escuchaba de escribir lo que veía y oía. No son fruto del saber humano, del estudio o la experimentación o la transmisión del saber médico conventual.

La Medicina de la Santa cayó en el olvido hasta que el Dr Gottfried Hertzka (1913-1997) empezó a usar sus remedios, la milenrama en las gangrenas, en la dureza de la posguerra alemana. Escribió “Así cura Dios”.

Este saber médico se concreta en lo corporal fundamentalmente en una correcta alimentación, y en su caso tomar o aplicar los remedios que ella indica y que le fueron inspirados. A nivel mental-emocional, ella describe la acción de 35 pares de vicios-virtudes generadores de salud o enfermedad y da una serie de consejos para modificar las inclinaciones negativas que nos enferman y cambiarlas por las fuerzas positivas que nos curan. En el plano natural-social hemos de ser conscientes de que formamos parte del universo y nuestro entorno físico y humano serán más sanos o generarán enfermedad según nuestro comportamiento. En el plano sobrenatural, una relación con el Creador armoniosa es un factor curativo potentísimo e imprescindible. 

 

Por su vida y sus milagros ha sido declarada Santa y además por el conjunto de su obra se la ha nombrado Doctora de la Iglesia, ambos reconocimientos llevados a cabo por Benedicto XVI en 2012. Dijo de ella: Benedicto XVI la dedicó dos Audiencias Generales, los días 1 y 8 de Septiembre de 2010, y entre otras cosa dijo:

“Las visiones místicas de Hildegarda se parecen a las de los profetas del Antiguo Testamento: expresándose con las categorías culturales y religiosas de su tiempo, interpretaba las Sagradas Escrituras a la luz de Dios, aplicándolas a las distintas circunstancias de la vida [...] Las visiones místicas de Hildegarda son ricas en contenidos teológicos. Hacen referencia a los principales acontecimientos de la historia de la salvación, y usan un lenguaje principalmente poético y simbólico”.

Venerada y respetada en vida y después de su muerte, con fama de profeta, sus vaticinios sobre los últimos tiempos tienen actualidad permanente.

Desde mi humilde consulta procuro aplicar lo mejor que sé lo que he aprendido del Dr. Strehlow, máxima autoridad actual en su Medicina, que lleva toda la vida trabajando para traer la Medicina y los escritos de la Santa a nuestros días, pobres en Sabiduría médica y respeto al ser humano. Igualmente, de la Dra. Rojas, de Colombia, que tanto nos ha aportado.

“Las obras de medicina de Santa Hildegarda son, para el hombre moderno, la mejor puerta de entrada para conocer el maravilloso legado que, a través de ella, nos ha dejado la providencia”. 

 Dr. Wingard Strehlow

¿Qué es la Medicina de Santa Hildegarda?

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